THE TRAGEDY OF CORIOLANUS.
Coriolano es, en dura competencia con Tito Andrónico y Timón de Atenas,
la tragedia menos popular y representado de Shakespeare. ¿Razones? La
principal puede ser que resulta muy poco atractiva para los actores,
pues carece de potentes personajes con los que lucirse (o, al menos, lo
son menos que en otras obras de Shakespeare). Por otro lado, es una
obra profundamente política, que plantea la cuestión de si debe ser el
pueblo el que detente el poder o, por contra, ha de hacerlo una élite
autoritaria. En teoría, esta cuestión ya está resuelta en las
democracias occidentales (en teoría).
Coriolano es, además, la
última tragedia que escribió William Shakespeare, antes de adentrarse
en la última fase de su vida creativa (la de los Romances). Se escribió
probablemente entre 1607 y 1608, y se basa en la traducción que hace
Sir Thoma North de la obra de Plutarco Las vidas de los más nobles griegos y romanos,
aunque Shakespeare -fiel a su costumbre- amolda la historia a sus
necesidades dramáticas. Además, un pasaje que compara al estado con un
cuerpo humano parece influido por las obras Historia Romana de Livio y Remaines of a greater worke concerning Britaine, de William Camden.
A la hora de ver-leer la obra, hay un pequeño detalle que conviene
tener presente: Coriolano comienza la obra siendo llamado Cayo Marcio.
La trama comienza con el pueblo de Roma a punto de rebelarse contra los
patricios a causa de una hambruna. El principal objetivo de su ira es
precisamente Cayo Marcio, pues los trata con desprecio y prepotencia.
Su amigo Menenio trata de aplacar la ira del pueblo culpando a los
dioses de la falta de grano y diciendo que los patricios son como el
estómago que nutre al organismo que es Roma. El recrudecimiento de las
hostilidades con sus vecinos y enemigos los volscos pone fin forzoso a
la inestabilidad interna en Roma. Cayo Marcio es el guerrero más
destacado de Roma -su madre Volumnia lo ha educado desde pequeño para
que así sea-, y se distingue en el sitio de la ciudad enemiga de
Coriolani, donde se queda encerrado en solitario e, incluso así,
consigue salir victorioso. Por esto, es bautizado como Coriolano.
Además, también se ve las caras con su enemigo mortal, el líder volsco
Aufidio. Cayo Marcio Coriolano es ahora un héroe del pueblo y parece el
hombre idóneo para optar al cargo de cónsul. Todo lo que tiene que
hacer es demostrar humildad ante la plebe para que le elija. Pero,
¿podrá el orgulloso Coriolano dominar su soberbia?
Si no quieres saber cómo termina la obra, para de leer aquí.
Pese a que su ambiciosa madre Volumnia alecciona a Coriolano para que
se muestre humilde y templado en público, sus enemigos políticos Bruto
y Sicinio conspiran para volver a los plebeyos en su contra. No es
difícil hacer que Coriolano pierda los nervios ante el pueblo al que
Bruto y Sicinio ya ha intoxicado en su contra y, finalmente, Coriolano
es condenado al destierro. Resentido contra Roma, va en busca del
general volsco Aufidio, para ofrecerle sus servicios. Con Coriolano de
su lado, el enemigo avanza imparable hacia Roma. La última esperanza de
la ciudad es recurrir a la madre, la esposa y el hijo del guerrero para
que le imploren piedad. Al principio, Coriolano se muestra inflexible
pero, finalmente, su astuta madre consigue doblegar su voluntad y
Coriolano retira sus tropas. Aufidio lo acusa de traición y ordena que
sus esbirros lo asesinen. No obstante, es enterrado con honores por sus
antiguos enemigos.
Como es norma en Shakespeare,
Coriolano
se ha prestado a interpretaciones enfrentadas: unos dicen que en ella
el autor denuncia las maquinaciones y el desprecio de la clase
dominante hacia el pueblo, mientras que otros afirman que Shakespeare
pinta al pueblo como personas poco preparadas, volubles, fáciles de
manipular y desagradecidas con sus héroes, y, por tanto, es necesario
dirigirlos con una mano firme y dura. Una vez más, a cada
lector-espectador le toca decidir.
El personaje de Coriolano en sí es de los protagonistas menos
atractivos dentro de la producción de Shakespeare: no tiene grandes
monólogos y, de hecho, se hace bastante antipático al público, con su
arrogancia y su despotismo ante el pueblo llano. Además, parece un
títere dominado por su madre. No es hasta la última parte de la obra
que parece que se hace más humano y el público se puede sentir más
identificado con él. En realidad, parte de la tragedia de Coriolano es
su ausencia de habilidad social, su incapacidad para relacionarse con
los demás en la paz. Lo educaron para ser individualista y para la
guerra, y alejado de esos terrenos fracasa y, en última instancia,
encuentra la muerte. Lo que tiene que decidir cada cual es si se apiada
de Roma por su buen corazón, o, simplemente, no es capaz de desobedecer
su madre. Pero, por otro lado, acaso su punto flaco es que es sincero,
dice lo que piensa y no es un falso, como los hábiles políticos Bruto y
Sicinio.
Volumnia, madre de Coriolano, es -quizás- el personaje más lucido de la
obra. Es una de las mujeres más poderosas de Shakespeare y ofrece a
cualquier actriz madura la posibilidad de destacar ante el público. Es
una mujer fuerte, calculadora y ambiciosa, que forjó a su hijo para ser
un héroe militar, y está haciendo la mismo con su nieto. Además, no ha
perdido el control de Coriolano, y es capaz de dominar su ira y ansias
de venganza con sus plegarias. No obstante, surge la duda si sus
palabras son sinceras o, una vez más, la astuta estratega está en
acción.
Mención aparte merece la relación entre los antagonistas Coriolano y
Aufidio. Como tantas veces ocurre, la frontera entre amor y odio no
queda claramente delimitada y la admiración -incluso el deseo sexual-
que Aufidio siente hacia su enemigo son evidentes. De hecho, compara la
emoción que le produce la llegada del romano con la emoción que le
produjo su propia noche de bodas.
En resumen, una obra que merece la pena conocerse -como toda la
producción de Shakespeare- y máxime en estos tiempos de intranquilidad
social y política. Quizás, Shakespeare nos pueda dar nuevos puntos de
vista y, sobre todo, hacernos reflexionar y pensar.