THE TRAGEDY OF JULIUS CAESAR
La más famosa de la serie de las obras de William Shakespeare ambientadas en la Antigua Roma, la tragedia
Julio César
nos ofrece una interesante -y atemporal- reflexión sobre diferentes
aspectos de la política: la tiranía, el poder, la ambición, la envidia
y, por otro lado, el idealismo y la búsqueda del bien común.
La obra se escribe en 1599 y se basa en la traducción que sir Thomas North hizo de las
Vidas de los más nobles griegos y romanos
de Plutarco. Pese a estar ambientada en un tiempo y una época muy
lejanos, los paralelismos con la Inglaterra de Shakespeare son
evidentes: el poder y la popularidad de la reina Isabel I y Julio César
parecen comparables, así como el hecho de que ambos se enfrentan a
constantes conspiraciones para acabar con sus vidas. Por otro lado, con
una reina ya en al última etapa de su vida, cuestiones como la mejor
forma de gobernar el país en el futuro parecían de plena actualidad.
Dicho enfoque actual fue acentuado por el propio Shakespeare al
introducir elementos anacrónicos en el texto (por ejemplo, un reloj da
las campanadas) y, además, la obra en su época fue representada con
vestuario contemporáneo, no romano.
La obra se inicia con el retorno triunfal de Julio César a Roma después
de derrotar a Pompeyo. El pueblo reverencia a César, y algunos hombres
del Senado temen que este aproveche tan ferviente admiración para
asumir una cuota peligrosa de poder, que podría poner en peligro el
orden republicano y dejar todo el gobierno en manos de César. A la
cabeza de este grupo de conspiradores se encuentra Casio, quien logra
convencer al reticente Bruto de que se una a ellos. El argumento que
convence a Bruto es que César ha de morir para que la República
sobreviva. Los planes de los conspiradores se concretan y Julio César
es asesinado en el Senado. Esto hace que se desencadene una guerra
civil entre el bando de los conspiradores pro-republicanos y el
liderado por Marco Antonio, amigo de Julio César, y el joven
Augusto.
Si no quieres saber cómo termina la
obra, para de leer aquí.
La guerra se decanta del lado de Marco Antonio y Augusto. Bruto recibe
la visita del fantasma de César, que le anuncia su venganza. Derrotados
en la batalla, los conspiradores se suicidan antes de ser capturados, y
lo hacen precisamente con las espadas con que mataron a César. La
venganza se ha cumplido. La obra se cierra con las palabras de Marco
Antonio en favor de Bruto: a su juicio, él fue en único de los
conspiradores que se levantó por lo que creía mejor para Roma, y no por
intereses personales. Por la cierto, la historia de
Julio César tiene su continuación en
Antonio y Cleopatra.
La obra, como ya quedó dicho, se centra en el mundo de la política y, sobre todo, en los políticos:
-Todos dicen defender el interés general de Roma pero, a la postre,
todos luchan por su propio beneficio (salvo Bruto). César desea más
poder, mientras que Casio teme perder privilegios. Marco Antonio, por
su parte, aprovecha la muerte de César para asumir el su cuota de poder.
-En relación con lo anterior, es básico para todos ellos el poder
ganarse el favor y dominar al pueblo. Tanto Bruto como Marco Antonio se
dirigen a la multitud tras la muerte de César con el fin de
manipularla, siendo Marco Antonio el más hábil, y logrando que la plebe
se ponga de su lado.
-En general, todos los personajes son ambiguos: César afirma ser un
simple mortal, mientras que se comporta como un dios; Bruto es tan
idealista como superficial en ocasiones: y Marco Antonio presume de
fidelidad a César, pero también se comporta como un oportunista.
De todos los personajes, sin duda Bruto es el más interesante y atractivo para cualquier actor (de hecho,
Bruto
quizás sería el título más adecuado para la obra). Pese a ser uno de
los conspiradores, despierta la simpatía del público, pues parece el
único un poc noble entre tanto egoísmo político. Además, sus dudas y su
tragedia final parecen un claro antecedente de un personaje que estaba
pronto a llegar: Hamlet.
En resumen, una gran tragedia sobra política y políticos en la que
Shakespeare, fiel a su costumbre, plantea magistralmente los problemas,
pero no nos da ni las soluciones ni las respuestas. Eso, una vez más,
es tarea para el espectador.
Pese a que el fragmento más famoso de
Julio César
es el discurso funerario de Marco Antonio para César -en particular, la
interpretación de Marlon Brando para el cine-, voy a cerrar este
artículo con otra celebre discurso del propio Marco Antonio, el que
dirige al cadáver de Bruto al final de la obra:
"Este fue el más noble romano de todos. La totalidad de los
conspiradores, salvo él, hicieron lo que hicieron por celos del gran
César. Él sólo se volvió uno de ellos por ser honesto de pensamiento y
por el bien común. Su vida fue noblle y los elementos se combinaron en
él de tal modo, que la Naturaleza se podría poner en pie y decirle a
todo el mundo: 'Este fue un hombre'"
Pocas palabras más bellas se han pronunciado jamás en un velatorio, ¿no cree?